miércoles, 21 de mayo de 2014

Álter ego en La mañana de Granada EsRadio

«…a las 6:57 y unas pocas milésimas,
la voz del locutor de radio
se colaba en la habitación de mi padre
recorriendo cada uno de sus rincones.»

Álter ego. Una historia siniestra.

José Luis, Nuria, Pilar, Nacho y Jesús
Hace hoy una semana viví la experiencia de acudir a la radio. Las tertulias y programas radiofónicos tienen un propósito algo perverso: que las voces, y detrás de ellas sus propios locutores, se metan en tu vida sin pedir permiso, colándose en tu casa o en tu coche, inundando todo tu espacio, dejándote indefenso porque tú muchas veces ni siquiera les pones cara. Y, en parte, ahí reside el encanto.

Siempre he envidiado la capacidad de algunos profesionales de las ondas para hablar delante de un micrófono como si estuvieran en la barra de un bar, de forma distendida y desenfadada, pero con oficio. Porque no es lo mismo hablar a un colega que a un micro; ni sabes quién está al otro lado del transistor, ni puedes calibrar las reacciones que provocan tus palabras.

Pilar, Nacho y Jesús
El programa en cuestión era La mañana de Granada EsRadio, en el 96.1. Allí fui para hablar de mi libro, como Umbral. Me acompañaba Pilar Sánchez, la responsable de Dauro, la editorial que se ha aventurado a sacar a la luz la historia que estaba dentro de mi cabeza y que con gran esfuerzo he plasmado en la novela Álter ego. Una historia siniestra.

En una habitación en la que no cabe mucha gente, pero sí mucha vida, me encontré al locutor, José Miguel Montalbán, perfectamente acompañado y complementado por su fiel escudero, José Luis López Recio. Sería demasiado obvio, en este papel de escritor que últimamente me toca representar, hacer el símil de José Miguel y José Luis con Don Quijote y Sancho Panza, pero me da la sensación de que los roles no están tan claros, que se van alternando, ahora una pizca de locura y ahora de cordura, según la lotería con que la vida les va poniendo a prueba. Lo que está fuera de toda duda es que se intuye entre ellos una camaradería que viene de lejos.

Lo primero que me llamó la atención de José Miguel fue su voz. No sé por qué me fijo en este tipo de cosas, pero algunas veces (muy pocas) me encuentro con alguien que tiene un don que viene del fondo de su garganta. José Miguel tiene una de esas voces graves que encandilan, un talento que, como le dije varias veces a lo largo de la tarde, tiene la responsabilidad de explotar.

Tengo que confesar que me daba cierto respeto la entrevista radiofónica. La fluidez de palabra no es una de mis virtudes, y menos cuando sabes que no podrás ver los ojos de la gente que te está escuchando, que no hay margen de maniobra. Pero tanto la extraña pareja (José Miguel y José Luis) como Jesús García Amezcua (que se estrenaba en su faceta de colaborador) lo hicieron fácil y, sobre todo, divertido. No sé si hablé mucho de mi libro, pero de lo que sí estoy seguro es de haber pasado un buen rato. La charla iba derivando de un tema a otro, algunas veces rozando lo surrealista, sin ninguna intención de permitir que la formalidad se colara en la habitación. El rato que estuve allí se habló de libros, bares de la zona de Camino de Ronda, de la Casa de los Tiros y también se unió Nuria, que es la responsable de la bitácora Granada Family y que presentó el Granada Family Festival. Ignoro lo que el oyente percibió al otro lado, pero no era otro sino el buen rollo el que flotaba entre los micros.

Acompañados de José Miguel Montalbán, "la voz"
Después del programa vino el tercer tiempo, donde fuera de la tensión del directo y acompañados de cervezas y vinos nos pusimos, paradójicamente, un poco más serios. Seguimos charlando, pero ahora atreviéndonos a desgranar parte de nuestras vidas. Pilar se acabó olvidando del trabajo y el móvil y se entregó a la causa liderada por José Miguel y secundada por José Luis y Jesús. No hubo conclusiones ni moralejas, solo un buen rato y mucha complicidad.

Un par de días después me enteraba de que a José Miguel y José Luis les cesaban del programa. Sin entrar a valorar una decisión de la que desconozco las causas, la noticia me dio cierta lástima, porque se notaba que disfrutaban de lo que hacían. También a mí me hicieron disfrutar. Nunca escuché su programa como oyente, pero tengo la sensación de que debe haber más de uno y más de dos que hayan lamentado esta decisión. Les deseo la mejor de las suertes. Quizá peque de optimista, pero sospecho, no sé por qué, que alguien (desde arriba o desde muy abajo) los cuida. Si no fuera así al menos albergo la esperanza de que seguirán cuidándose el uno al otro. Un fuerte abrazo compañeros ‘engendros’.

Ignacio Rosales Zábal

1 comentario:

  1. ¡Muchas gracias! Hace ilusión ver que el trabajo que se ha realizado es valorado por la gente. Me alegra que lo pasaras bien aquel día, nosotros también nos divertimos.

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